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¿Cómo terminará la COVID-19?

¿Cuándo y cómo terminará la pandemia de la COVID-19?

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De las páginas del NYT

Según los historiadores, las pandemias tienen dos tipos de final: el médico, que ocurre cuando las tasas de incidencia y muerte caen en picada, y el social, cuando disminuye la epidemia de miedo a la enfermedad.

“Cuando las personas preguntan: ‘¿Cuándo se acabará esto?’, preguntan sobre el final social”, dice Jeremy Greene, historiador de medicina en Johns Hopkins.

En otras palabras, un final puede ocurrir no porque la enfermedad ha sido vencida sino porque las personas se cansan de estar en modo pánico y aprender a vivir con ella. Allan Brandt, historiador de Harvard, dijo que algo similar está ocurriendo con la COVID-19: “Como hemos visto en el debate sobre la apertura de la economía, muchas preguntas sobre lo que se llama el final están determinadas no por los datos médicos y de salud pública, sino por procesos sociopolíticos”.

Los finales “son muy, muy desordenados”, dice Dora Vargha, historiadora de la Universidad de Exeter. “Mirando hacia atrás, tenemos una narrativa débil. ¿Para quién termina la epidemia y quién lo puede decidir?”

En el camino del miedo

Una epidemia de miedo puede ocurrir aún sin una epidemia de enfermedad. La doctora Susan Murray, del Royal College of Surgeons en Dublín, lo vio de primera mano en 2014, cuando era miembro de un hospital rural en Irlanda.

En los meses anteriores, más de 11.000 personas en África occidental habían muerto de ébola, una enfermedad viral aterradora que es altamente infecciosa y a menudo mortal. La epidemia parecía estar disminuyendo, y ningún caso había ocurrido en Irlanda, pero el miedo público era palpable.

“En las calles y en las salas, la gente está ansiosa”, recordó recientemente Murray en un artículo en el The New England Journal of Medicine. “Tener el color de piel errado es suficiente para ganarte una mirada reprobatoria de tus compañeros de viaje en el bus o en el tren. Tose una vez, y los verás alejándose de ti”.

Se advirtió a los trabajadores de los hospitales de Dublín que se preparasen para lo peor. Estaban aterrorizados y preocupados por la falta de equipos de protección. Cuando un hombre joven llegó a la sala de emergencias desde un país con pacientes de ébola, nadie se le quería acercar; los enfermeros se escondieron, y los médicos amenazaron con dejar el hospital.

Solo Murray se atrevió a tratarlo, escribió, pero su cáncer estaba tan avanzado que todo lo que pudo hacer fue ofrecerle cuidados paliativos. Unos días después, las pruebas confirmaron que el hombre no tenía ébola; murió una hora después. Tres días después, la Organización Mundial de la Salud declaró que la epidemia de ébola había terminado.

Murray escribió: “Si no estamos preparados para luchar contra el miedo y la ignorancia de manera tan activa y reflexiva del modo en que luchamos contra cualquier otro virus, es posible que el miedo pueda causar un daño terrible a la gente vulnerable, incluso en lugares que nunca ven un solo caso de infección durante un brote. Y una epidemia de miedo puede tener consecuencias mucho peores cuando se complica por cuestiones de raza, privilegio e idioma”.

¿Eso pasará con la COVID-19?

Una posibilidad, dicen los historiadores, es que la pandemia del coronavirus pueda terminar socialmente antes de que termine médicamente. Las personas pueden cansarse tanto de las restricciones y declarar que la pandemia terminó, aunque el virus continúe ardiendo entre la población y no se haya encontrado una vacuna o tratamiento efectivo.

“Creo que existe este tipo de problema psicológico social de agotamiento y frustración”, dijo Naomi Rogers, historiadora de Yale. “Podemos estar en un momento en que la gente solo dice: ‘Suficiente. Merezco poder volver a mi vida normal’”.

Ya está sucediendo; en algunos estados, los gobernadores han levantado las restricciones, al permitir la reapertura de salones de belleza, salones de uñas y gimnasios, desafiando las advertencias de los funcionarios de salud pública de que tales pasos son prematuros. A medida que crece la catástrofe económica causada por los confinamientos, más y más personas pueden estar listas para decir “basta”.

“Hay este tipo de conflicto ahora”, dijo Rogers. Los funcionarios de salud pública tienen un final médico a la vista, pero algunos miembros del público ven un final social.

“¿Quién puede reclamar el final?”, dijo Rogers. “Si te resistes a la noción de su final, ¿contra qué lo haces? ¿Qué alegas cuando dices ‘No, no está terminando’?”.

El desafío, dijo Brandt, es que no habrá una victoria repentina. Tratar de definir el final de la epidemia “será un proceso largo y difícil”.

DE LA AUTORA DE ESTE ARTÍCULO.

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